lunes, 18 de febrero de 2008

Internet como herramienta


Le pregunte a un amigo, de 16 años, cómo se imaginaba Internet y para qué creía que servía. Él es un usuario constante de esta red de redes, fotolog incluido y tardes de chateo transformadas en noches de conversación, claro que sin ver ni haber escuchado a nadie. Su respuesta me pareció algo inocentona, partió como buena respuesta adolescente con un “No sé” y continuó con una inspiración digna de película de ciencia ficción, pero claro sin rozar siquiera la tipología lógica de la red, para terminar con un “sirve para comunicarse, pero ¿Por qué me preguntas eso?”. “Por nada”, le dije, “para saber”. Buscaba saber desde la perspectiva de un usuario compulsivo de Internet, que nació con el fax-MODEM y se desarrolló con las direcciones IP, su visión de La red.

Internet es, básicamente, computadoras y cables. Cada computadora cuenta con una dirección en la red (dirección IP) la cual permite tanto la identificación de las máquinas como la comunicación entre las mismas. Las computadoras más grandes y que almacenan la información que es consultada son llamadas Servidores y las computadoras que consultan se les puede llamar Terminales. Existen también los terminales tontos, no podían no existir. Esta red fue creada por un par de universidades norteamericanas conjuntamente con el Pentágono (no podía ser de otra forma), en plena guerra fría, con la intención de transmitir paquetes de información militar de un punto a otro. Básicamente, como piensa mi amigo, para comunicarse.

Pero desde los sesenta a esta parte la red ha cambiado. Hoy en día nos envuelve como una gran tela de araña al punto de que una computadora sin Internet se nos vuelve casi inútil y una persona sin computadora se transforma en un analfabeto, no por nada existe la necesidad de alfabetizarse digitalmente. Hoy por hoy todo se hace por Internet, desde comunicarnos con algún amigo o familiar que se encuentra en otro lugar del mundo, en tiempo real, hasta contar con un e-commerce, es decir, un mercado electrónico en línea, dispuesto a realizar transacciones las 24 horas del día, sea cual sea éste. Internet está en todas partes. La información que aparece allí se considera verdadera. De hecho los medios de comunicación ya clásicos como la televisión, radio o la prensa escrita, que se caracterizan por ostentar la verdad (el clásico: “Es verdad, salió en la tele”), se han subordinado a la red.

Es por lo mismo que no debemos hacer de la red un fetiche, es decir, no nos debemos olvidar que es una creación nuestra y, por lo tanto, una herramienta que puede ser moldeada a nuestras necesidades. Pero es aquí donde surge el problema de definir cuáles son nuestras verdaderas necesidades, mientras la ideología dominante continúa imponiendo necesidades que en un principio nos parecen propias pero con el tiempo se nos tornan ajenas. No creo que sea casualidad que los Pingüinos Revolucionarios se hayan transformados en Pokemones posteando sus fotologs, mientras las acciones por concepto de búsqueda y publicidad en Google ascienden a más de 170 millones de dólares (y, como la capacidad de almacenamiento de nuestra casilla de correo, “sigue en aumento”).

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