miércoles, 16 de abril de 2008

Estudiar El Trabajo


Si existe algo digno de ser estudiado eso es el trabajo en tanto concepto. Estamos envueltos por él, nos atraviesa y nos configura. Estamos perdidos, tenemos una condena aguardando por nosotros. Desde que nacemos lo único seguro es que tendremos que trabajar y mientras nos preparamos para la hora de nuestro debut, nuestros tutores trabajarán por nosotros para correr con los gastos, es decir, traspasaremos nuestra responsabilidad para con el trabajo hasta que el cordón umbilical se corte de tanto estirarlo. Esto, claro está, dentro del modo de producción actual, donde al trabajo lo podemos llamar, aquí ya sin eufemismos tan burgueses y tan defendidos por personas que no tienen clara cual es su posición dentro de la división social del trabajo, fuerza de trabajo. Puesto que solo debemos entender trabajo como la producción humana que al producir transforma al mismo sujeto que lo produce, esta producción tiene un valor inconmensurable y, por lo tanto, no tiene valor de cambio, no se puede vender ni comprar, en este sentido el sueldo o pago por "trabajar" sería una noción repugnante puesto que la producción de la vida misma del sujeto se está homologando a dinero. Por el contrario, la fuerza de trabajo, para el capital, es mera mercancía de la cual se puede apropiar y hacer con ella lo que le plazca. Pero apropiarse de la producción del trabajo de un hombre es quitarle su ser. Esto le provoca al sujeto que se le arrebata su producción una sensación de enajenación, puesto que la producción de su vida misma le es ajena. En los efectos de la enajenación se crea un dominado y un dominante, por tanto el producto del trabajo enajenado más inmediato es la propiedad privada. Esto porque ese algo ajeno, disociado del productor, queda dispuesto para que alguien se lo apropie, lo convierta en propiedad privada y más tarde esta propiedad privada cree el trabajo enajenado.

Formarse o adiestrarse para formar parte del mercado laboral y luego, una vez recibido (¿?), salir a trabajar y "ganarse la vida" está ontologizado, naturalizado; tanto como el instinto de madre de las mujeres, lo solidario que son los chilenos, el pensar que las carreteras fueron hechas para facilitar las vacaciones o que la democracia fue concebida como el medio que permite la emancipación del hombre. Así como todo lo anterior el concepto de trabajo está preñado por la ideología –dominante- y, como todo, es histórico y, por lo tanto, modificable.

El hombre, no cabe duda, ha debido trabajar desde siempre, desde el momento que tuvo que trabajar para adaptarse y sobrevivir, hasta hoy que tiene que vender su fuerza de trabajo para el mismo fin que al comienzo. Pero el concepto de trabajo no siempre ha estado ligado a la venta de la fuerza de trabajo como pensamos hoy por hoy. Es necesario reivindicar el concepto y cargarlo de pura producción. El hombre debe asumir su realidad como tal, como productor por un lado de trabajo intelectual (ideas) y de trabajo físico (objetos) por otro (inicio de la división del trabajo), ya que todo lo que rodea al hombre es producto del hombre mismo. Por lo tanto la naturaleza es construcción del hombre, el hombre reproduce a la naturaleza y aludir a la naturaleza del hombre es utilizar un recurso que permite justificar el orden actual, decir que el hombre es egoísta por naturaleza es la forma de justificar la propiedad privada, la naturaleza del hombre por si misma no existe, sino que se crea una escena original –jamás presenciada por alguien- de manera retrospectiva para explicarnos que lo presente no puede ser sino que de la forma que es.

Es por esto que es digno y necesario estudiar el concepto de trabajo, porque es lo realmente humano, porque está rebosante en ideología, porque está enajenado y porque nuestro deber es historizar los conceptos que nos rigen para poder comenzar a regir, nosotros, de manera conciente a estos conceptos y a las instituciones que se valen de ellos para justificarse y reproducirse.


Porque no está de moda

1 comentario:

magdala dijo...

Qué pasa cuándo no te puedes sustraer de eso que uno, producto de las cátedras comienza a identificar, pero te rodea a tal punto, que cómo yo pedí una semana de vacaciones para huir (textualmente) de lo que tu has descrito, porque te ahoga...