martes, 24 de febrero de 2009

El retail en tiempos de crisis


Este artículo lo escribí a principio de febrero y me pareció bueno compartirlo. Creo que expone claramente cuáles son los modos en que actúan las grandes empresas en un contexto de crisis económica, dentro de un país subdesarrollado, con una masa laboral desarticulada en su accionar colectivo y con un Estado neoliberal.


Es interesante apreciar como, frente a la crisis que sacude a la economía, se presentan reacciones contradictorias de parte de las dos de las compañías más importantes del área del retail nacional, Jumbo y Líder. El primero, paralizando las faenas de la construcción de su emblemático proyecto arquitectónico y, el segundo, recibiendo la inversión directa de un gigante del retail mundial como Wal-Mart, el cual adquirió el 58,2% de sus acciones. A la vez es importante poner atención sobre las consecuencias de sus decisiones y las posibilidades de acción que estas abren.

Por un lado, el caso de Jumbo. El holding Cencosud, personalizado en su controlador Horst Paulmann, detuvo la construcción del que sería el complejo comercial más grande de Chile con cuatro torres de modernas oficinas, un hotel de categoría internacional, un centro de convenciones y otro de eventos, instalación de las grandes multitiendas del país y un cine, para la diversión del consumidor. La característica que el proyecto más resaltaba era que una de las cuatro torres iba a ser la más alta de Sudamérica con trescientos metros de altura, setenta pisos que pretendían acoger a compañías nacionales y multinacionales, y que, según el propio Paulmann, se convertiría en un emblema de la ciudad de Santiago y, gracias a la centralización, del país. Esta paralización en las obras, cuyo costo de inversión fue de 600 millones de dólares, se debió al alto nivel de endeudamiento del holding y lo riesgoso de llevar a cabo una inversión de esas magnitudes en el actual contexto, pues la construcción de Costanera Center no resultaba rentable ya que ésta solo implicaba egresos de capital y lo que necesita Cencosud son inversiones que permitan retornos inmediatos o, por lo menos, garantizados; después de todo así siempre ha funcionado su principal negocio. Los supermercados, en tanto actores económicos dentro de un mercado, no producen mayor bien que el de la multiplicación del dinero de sus dueños o inversionistas gracias a la rotación intensa de capital realizada por la constante e incesante demanda de los consumidores.

La consecuencia de detener las faenas fue dura. En menos de dos meses han sido despedidos 1.100 trabajadores pertenecientes a la contratista encargada de las obras, Salfacorp. Su desvinculación no fue llevada a cabo de la mejor manera pues a muchos de ellos no les avisaron con anticipación de su despido sino que se enteraron al momento de registrar la salida de su sorpresiva última jornada laboral.

Por otro lado está Lider. Esta cadena de supermercados pertenece al grupo D&S, el cual es controlado por los hermanos Felipe y Nicolás Ibáñez con un 63,4% de las acciones. Este grupo tuvo ventas superiores a 3800 millones de dólares en el año 2007 (los datos del año 2008 aún no están disponibles)[1], cuenta con 34500 empleados en los más de 180 supermercados Líder, 10 centros comerciales y 85 divisiones de servicios financieros Presto. En el actual contexto económico, y para sorpresa de muchos analistas, D&S fue comprado por el gigante estadounidense Wal-Mart, el cual se adjudicó el 58,2% de las acciones del grupo. Esta operación fue valorada en 2660 millones de dólares de los cuales 620 millones se los adjudicaron los hermanos Ibáñez. Según Craig Herkert, vicepresidente ejecutivo de Wal-Mart y representante de la compañía en América latina, la transacción traerá inversiones adicionales para Chile pues mejorará y creará nuevos locales, además de permitir y promover el desarrollo de los asociados y de los proveedores. Para muchos la inversión que realiza Wal-Mart, en plena crisis económica mundial, es sinónimo de un capitalismo de nuevo tipo, una compañía que en tiempos difíciles no detiene sus inversiones, a diferencia de lo realizado por Jumbo, sino que, por el contrario, las intensifica y sobre todo en un país apto como el nuestro que, como insistentemente ha vociferado el ministro de hacienda, cuenta con un colchón que amortiguará los efectos de la crisis financiera mundial.

Las consecuencias en el mercado laboral local de la arremetida de este gigante mundial del retail aún no se pueden apreciar, pero sí es posible proyectar o esbozar cuáles serán éstas a partir del comportamiento de Wal-Mart en otros mercados. Así se pueden distinguir las principales estrategias del gigante para posesionarse en los mercados: los precios bajos y la neutralización de la acción sindical.

Por un lado, los precios bajos los obtiene a costa de la superexplotación que realiza de sus proveedores, es decir, del chantaje económico con el cual negocia la compra de los productos que posteriormente venderá a bajos precios, relación comercial que implica la pauperización de la situación productiva y comercial de los proveedores y la precarización (aún más) de las condiciones laborales de los trabajadores de estos centros de producción. Con esto, además de perjudicar la cadena productiva, pasa a llevar las condiciones de sana competencia comercial y comienza a rozar los límites de la monopolización.

La segunda estrategia, que tiene que ver con la neutralización de la acción sindical, es llevada a cabo con la finalidad de lograr una flexibilización laboral desregulada, sin una contraparte directa con la cuál negociar las condiciones de trabajo, lo que desemboca en una pauperización laboral de los trabajadores directos, en el mejor de los casos, o subcontratados, en el caso más común y crítico. Esto último, la neutralización de los sindicatos, es de lo que da cuenta el informe de Human Rights Watch titulado “La violación del derecho de los trabajadores estadounidenses a la libertad de asociación por parte de Wal-Mart” (¿sugerente?). De igual forma, y agregando razones para desconfiar de las filantrópicas intenciones de invertir en tiempos de crisis, en el año 2007 Wal-Mart se enfrentó a la mayor demanda colectiva en la historia de los EE.UU. la cual tenía relación con la discriminación laboral que ejercía la empresa por razones de sexo. Y, por último, homologando el actuar de las “pulperías” salitreras de principios del siglo XX, en septiembre del año 2008 Wal-Mart debió acatar el fallo de la Corte Suprema de México que declaró ilegal el sistema de vales que la empresa había implementado para pagar a sus trabajadores, vales de mercadería que sólo se podían canjear en las propias tiendas de la empresa.

Podemos ver así los diferentes modos de actuar de los dos grandes del retail del país frente a la crisis económica local (mundial). Dos formas que a primera vista resultan diferentes y distanciadas, pero cuyos resultados, las finalidades de sus cálculos, las consecuencias de sus acciones, recaen sobre un mismo actor. La flexibilización laboral es una condición que distingue y hace posible la reproducción del neoliberalismo y toda crisis cíclica del modo de producción entrega la oportunidad de que las condiciones ontológicas del sistema se radicalicen. En este contexto es fundamental que las instituciones encargadas de la fiscalización de las condiciones laborales “funcionen”, que los partidos políticos, así como los empresarios nacionales, se pronuncien respecto de las consecuencias socioeconómicas de la inversión extranjera, que se articulen organizaciones de consumidores y que, sobre todo, se rearticule un movimiento que permita la organización de los trabajadores, el cual tenga la capacidad de socializar, politizándola, la relación capital-trabajo tomando su lugar en la tripartición Estado-Capital-Trabajo.



[1] Diario La Nación, Viernes 23 de enero del 2009.

jueves, 19 de febrero de 2009

La Horda Primitiva


Usualmente, es inevitable que, a la hora de pensar en el origen de algo, no se pueda sino pensar en una presencia creadora. Freud, para explicar el origen de las instituciones sociales, utiliza una hipótesis conjetural en la cual yuxtapone conceptos de la antropología y del evolucionismo darwiniano, esta hipótesis es un constructo teórico que hace referencia al mito de la horda primitiva donde “los hermanos expulsados se reunieron un día, mataron al padre y devoraron su cadáver. Poniendo así un fin a la existencia de la horda paterna”[1], esta confabulación contra el padre déspota que tiene el monopolio de las mujeres de la horda se realiza en el contexto de una “fiesta” en la cual los hermanos devoran cada uno una parte del padre asesinado lo cual les otorga un grado de identificación parcial con éste. Las instituciones serían la re-edición de este asesinato fundacional y fundamental, la iteración del mito de la horda primitiva que nos dice “tienes que ser como el padre, pero no seas el padre”. Para que un sujeto se constituya como tal tiene que erguirse sobre una borradura. En cada acto de institucionalización existe siempre un olvido estructural[2], el olvido de toda la historia a través de la cual el sujeto llegó a conquistar un lugar social, un lugar dentro de un campo. Toda escena es siempre un sucedáneo, una cadena de sustitución de una escena primaria que constituye al sujeto y que éste ha olvidado, no puede no olvidarla, y de la cual el campo, en tanto la máquina institucionalizadora, se encarga de camuflar, de ocultar el asesinato primordial.



[1] Sigmund Freud, Tótem y Tabú, Madrid, Alianza, 1996, p. 185.
[2] Ver René Lourau, El análisis institucional, Bs. As., Amorrortu, 1975, pp. 89-94, donde el autor se refiere al momento de universalidad y al momento de particularidad de las instituciones sociales.