jueves, 22 de mayo de 2008

Positivismo o Fenomenología


¿Qué corriente epistemológica perseguir para la investigación? Toda Investigación para tener el rango de tal debe ser crítica, no hay de otra. Nos preguntamos el significado de los fenómenos para develar lo que esa aparición nos oculta. Nos obsesionamos por conocer y dar a conocer en momento instituyente de la institución, su crimen fundamental; por quitar el eufemismo que esta lleva como envoltorio en tanto olvido estructural. Debemos historizar a la institución, quitarle el grado instituido que lleva consigo el momento universal de ésta y entregarle el momento instituyente, la particularidad de la fiesta inicial.

La manera de conocer los hechos sociales, entregada por el positivismo, es decir, por Comte, Spencer (no tunik), Durkheim y, hasta, Parsons; ha sido la de entender esta “realidad” como una cosa. Una estructura exterior, institución en el momento universal, que existe anterior a nosotros, y que seguirá existiendo, la cual nos coacciona, es decir, nos dice que hacer, sentir y pensar; es decir una institución que no tiene momento instituyente más bien es siempre instituida. Los hechos sociales del positivismo pueden ser explicados por una relación causa-efecto (como en la física), pueden ser medidos y sus resultados comprobados, son concebidos como objetos que pueden ser apropiados por el sujeto. El positivismo busca tecnificar los procesos con el fin de controlarlos, utiliza una racionalidad instrumental (causa-efecto) para lograrlo.

En el positivismo no existe el momento de la critica puesto que este método no nos permite ver lo que existe antes de la constitución del hecho social, no tiene la intención de mostrar el momento particular de la institución, su bacanal, su violencia instituyente. Y, como ya deben saber aquellos adiestrado en las artes de la Investigación, para conocer debemos dilucidar los límites internos que dan lugar al surgimiento de un hecho, es decir, lo que hay previo al momento universal de la institución, la relación intersubjetiva, en definitiva, comprender el fenómeno. En la fenomenología lo que existen son los fenómenos, los cuales pueden ser descritos para su posterior comprensión. La fenomenología permite contrariar la hegemonía de los investigadores positivistas en tanto permite combatir el positivismo de manera teórica, política y práctica. Hace posible una oposición al poder positivista donde el afán objetivista, que busaca estudiar las cosas mismas, oculta lo que se estudia. La cuestión está, entonces, en estudiar lo que hace posible un hecho social, las luchas, siempre de poder, que dan lugar a las instituciones, lo que Marx, tan lucidamente (no podía ser de otra forma si hablamos de Marx), denominó “el motor de la historia”, las contradicciones intersubjetivas: el fenómeno.

Antes de terminar necesito aclarar algo. Nótese la letra “I” mayúscula que da comienzo a la palabra “Investigación”, ésta la utilizo para hablar de aquel estudio que tiene un rango de crítica y no a la que se forma en las filas del positivismo más descabellado como pude ser la que llevan a cabo instituciones tan fascistas como la PUC o la UDP, las cuales adiestran a los pobres alumnos (no estudiantes, ustedes sabrán porqué) en la técnica de la tautología teórica y la técnica práctica. Una anécdota: yo estudio en una universidad pequeña, periférica, siempre en crisis, con intensiones de crítica, digo “con intensiones” porque ninguna institución cumple su discurso, sino que, más bien, con éste oculta su verdadero propósito (me reservaré, por el momento, cual es el “verdadero” propósito que oculta). Entonces yo, estudiante (no alumno, ustedes sabrán porqué) adiestrado más en la teoría que en la técnica, me encuentro, en las calidas calles de Ñuñoa, con un alumno de sociología de una universidad que adiestra a los estudiantes, sobre todo, en las técnicas del método científico, que conocía desde antes que militara en la vereda del positivismo más acérrimo. Entre las cosas que conversamos nos fue imposible no hablar de la profesión, me contó con entusiasmo que había terminado ya su tesis y que había llegado a resultados “revolucionarios”. Básicamente “descubrieron” (él y su compañero, también alumno) que lo que se “enseñaba en los colegios, es decir, el contenido educativo de éstos, de una comuna con bajos ingresos era completamente contrario a las necesidades que tenían los jóvenes de la misma”. Es decir, que la educación impartida no era la que necesitaban las personas sino que, más bien, era la que necesitaban enseñar desde los sectores que crean las políticas educacionales, es decir, las clases dominantes. Escuché esto, no con las mismas palabras claro está, y no pude hacer otra cosa que sonreír. “¿Resultados revolucionarios?” De leer a Marx, Grarmsci, Foulcoult, Zizek, Bourdieu, Benjamin, Freud y tantos otros, ni hablar, menos de (manejar y no solo conocer) conceptos como lucha de clases, ideología, poder, campo, habitus, institución, síntoma, etc. Era mejor hacer encuestas, procesar la información y mostrar los resultados, por supuesto, revolucionarios. Es por esto que a la Investigación crítica le pongo la “I” mayúscula y a la otra, de manera despectiva y arrogante, la llamo simplemente investigación. Y, cuando pienso que un profesional salido de estas universidades aludidas tendrá una mayor cotización dentro del mercado laboral que lo que podré tener yo, estudiante de una universidad periférica, con un dejo de rabia, le llamo investigación Tautológica. En todo caso, espero no haber entendido bien las conclusiones de la investigación revolucionaria y que solo haya servido como caricaturización de lo expuesto… por el bien del campo.

jueves, 15 de mayo de 2008

Reformas Neoliberales: La Crisis Sindical


La filosofía política neoliberal concibe que la organización social más eficiente se lleva a cabo por medio de la autorregulación del libre mercado, es decir, son las fluctuaciones de la oferta y la demanda las que organizan la vida de las personas. Este modelo económico comenzó a ser instaurado en Chile a partir de 1973, el Golpe de Estado fue el punto de inflexión que permitió la verdadera transición política que ha sufrido –literalmente- nuestro país.

El sistema político autoritario se puso como objetivo devastar los movimientos sociales, lo cual propició un nuevo esquema de relaciones sociales el que se basaba en la iniciativa privada y el desarrollo imparable del mercado, donde priman los componentes individualistas y adquisitivos por sobre los componentes asociativos y expresivos. Esto fue reforzado con la institucionalidad jurídica laboral de carácter represivo la cual tuvo gran impacto en la capacidad de organización y en las acciones del sindicalismo, esto último debido a la desarticulación del Código del Trabajo.

La administración económica del régimen militar planteo que la ley laboral existente en Chile, desde 1925, impedía el correcto desarrollo económico del país ya que le otorgaba mucho poder a los sindicatos, para el neoliberalismo, en palabras de Salazar, era “una interferencia “perversa” en las leyes del mercado”. Surge entonces un plan “modernizador”, impulsado por José Piñera desde la cartera del Trabajo, el cual buscaba reglamentar los contratos de trabajo, los sindicatos y sus negociaciones colectivas.

La modificación más importante que toca al movimiento sindical es la que guarda relación con la constitución de más de un sindicato por empresa, lo cual provocó que la organización sindical se tornara más compleja en comparación con el tipo de organización anterior en la cual solo podían existir dos sindicatos por empresa, uno de los obreros y el otro de los empleados, esto provocaba una organización más expedita y ampliaba la capacidad negociadora.

Se estableció, además, la creación de cuatro tipos de sindicatos, de los cuales solo el primero que se apuntará podía negociar con la empresa y tenía el derecho de poder llevar a cabo una huelga “legal” para esto, el resto de los sindicatos solo existirían como una organización de trabajadores sin derecho a la negociación. Los cuatro tipos de sindicatos son:
1) Sindicato Empresa. El cual agrupa a trabajadores pertenecientes a solo una empresa.
2) Sindicato Interempresa. El cual agrupa a trabajadores pertenecientes a varias empresas.
3) Sindicato Eventual. El agrupa a trabajadores que tengan un trabajo transitorio, como pueden ser los temporeros(as) y obreros de la construcción.
4) Sindicato de Trabajadores Independientes. El cual agrupa a trabajadores que generan ingresos de forma autónoma.

Es posible apreciar que no existía una represión total o visible con respecto a la organización sindical pero si una desarticulación a la orgánica de los trabajadores, lo cual trajo como consecuencia la casi nula organización.

Otro cambio que afecta a la organización de los trabajadores es la apertura al exterior de la economía Chilena. Con la disminución de los aranceles a la inversión extranjera, sectores con un gran poder de sindicalización como lo fue la Industria Nacional y el Sector Público comienzan a sufrir las devastadoras consecuencias de esta nueva política, con lo cual entran en crisis los empleos tradicionales. Al surgir nuevos sectores de trabajo, como pueden ser las salmoneras, temporeros y servicios; se comienza a perder la cultura y la tradición sindical.

Otra importante modificación fue la que se llevó a cabo con los contratos de trabajo. En este aspecto el principal hecho, que marca hasta hoy en día el desarrollo laboral de los trabajadores, es la supresión de la ley 16.757 promulgada el año 1968 la cual regulaba la expansión y desarrollo del subcontrato ya que excluía a la subcontratación de las labores inherentes a la producción principal de la empresa y, también excluía, las labores de reparación y mantención de equipos necesarios para la producción de la empresa. La empresa, entonces, solo podía subcontratar personal en un giro determinado.

Esta reestructuración productiva dejó el campo libre a la subcontratación de personal lo cual permitió que trabajadores subcontratados participaran en los principales procesos productivos de una empresa, sino en la mayoría de estos procesos. Esto permitió al empresariado abaratar el costo que se tiene para con los trabajadores y, a consecuencia y como siempre, elevar el nivel de plusvalía. Este era solo el comienzo, hoy en día podemos ver sus consecuencias en el caso ejemplar de la industria cuprífera y, si no se realizan prontas reformas laborales, la crisis se intensificará.