martes, 29 de abril de 2008

La opinión de la semana después


La pasada semana estuvo empapando el ambiente la discusión acerca de la prohibición, por parte del Tribunal Constitucional (TC), de distribuir en los servicios públicos de salud la píldora del día después. Treinta y seis parlamentarios de la alianza instalaron el requerimiento en el TC, éste falló y el gobierno acató el fallo, la sociedad civil se manifestó masivamente colmando una parte no despreciable de la principal calle capitalina repudiando el fallo, cuestión última que quizás tenga más importancia que las primeras.

No hay que olvidar que el TC lo que hace es velar porque la constitución política de la república no se pase a llevar (Cáp. 7 de nuestra constitución política). Pero se da una paradoja, por un lado debe defender el derecho constitucional a la vida del que está por nacer (Cáp. 3, Art. 19, Nº1) prohibiendo la entrega en los consultorios de una píldora supuestamente abortiva y, por otro lado, debe defender el derecho a desarrollar cualquier actividad económica (Cáp. 3, Art. 19, Nº21), es decir, el libre mercado, por lo que el mismo TC que prohíbe la entrega gratuita en el sistema publico de salud de la píldora ni siquiera se pronuncia acerca de su comercialización en el sistema privado, en las farmacias, y, de hecho, se puede comprar sin problemas.

Existe una larga discusión sobre si la píldora es abortiva o no. Esta pelea tiene como base la duda, tanto religiosa como científica, acerca de cuando se inicia la vida. Esta píldora se utiliza 72 horas después de la relación sexual, cuando el cigoto, es decir la célula única formada por la unión del espermatozoide y el óvulo, comienza a dividirse en dos células, éstas en cuatro, luego en ocho y así sucesivamente hasta constituir una esfera celular hueca llamada mórula, por su parecido a las moras, donde ciertos curas han tenido la dicha de ver el alma. Aquí aún no se desarrolla el corazón (para los más románticos), el cerebro (para los más racionales) ni el sistema nervioso (para los más histéricos) ya que estos comienzan recién a formarse después de la tercera semana de gestación. Si esto es vida entonces la píldora efectivamente es abortiva. A mi parecer, y lo digo desde la vereda de los que no apoyarían un aborto sino es por una razón realmente de peso (digo “no apoyaría” y no digo “prohibiría”), la vida comienza cuando quien carga con el embrión se da cuenta que lo trae, es decir, cuando el aspirante a ser humano interactúa con su madre, cuando ésta siente que está embarazada y no antes.

Esta discusión no la vamos a resolver ahora, de hecho es un misterio, su respuesta es tan incierta como definiciones de “vida” pueden existir. Lo que nos debe dar que pensar es el desequilibrio que existe entre los representados y sus representantes. Como unos pocos se arrogan el derecho a decidir por todos (¿eso no es dictadura?). Como los representantes coartan la libertad de elegir lo que las personas, informadas, quieran hacer con sus cuerpos, con su vida. Como el poder muestra su implícita bio-política y como sale a relucir la desarticulación de la sociedad civil que no proyecta siquiera la opción de un plebiscito nacional (¡si, como si fuera democracia!) para decidir un tema que nos influye a todos y su descontento no pasa más allá de una tarde de marcha. Mientras la discusión no salga de los márgenes religiosos o científicos para acercarse a lo político nada de esto podrá cambiar y el debate seguirá estancado como lo está hace ya un tiempo.

martes, 22 de abril de 2008

Vademécum de lo que perdí



Ahora la casa parece una oficina. Los papeles, ya no de fumar veniales risas interminables, o escayolan el piso mal gastado o repletan cubos de basura. Me devoro libros por matar las tardes llenas de humo, que desarme. No hay cafés de desayuno, fiesta en la cocina ni mucho menos guerras frías con amnistías implícitas. Hay tres cajas desoladas, bisuterías solitarias en las galuchas donde fueron condenados los libros inconclusos, dos pies huérfanos al interior de una antología de sabanas frías que evocan un solo de pijamas con sordina. No hay miércoles con ropa de domingo y sobran jueves grisáceos sin dulcinea y me invaden los enanos que se impostan en molinos. Los quicios, tus casillas, permanecen intactos, ilesos, como la sístole sin su correspondiente diástole. Mi boca ya no habla con tus codos, los teléfonos hablan con los ojos, los dedos se quedaron sin palabras. Las noches se hacen tarde más temprano y, como va esto, se enfermaran de otoño los inviernos y los virus se harán pasar por viruelas. Adopté, como pasatiempos, el vicio de almacenar sustancias inflamables, cultivar el silencio y el ruido, coleccionar botas de piratas y espadas de madera; y, como buen tahúr, apostar doble o nada en el cara o sello que tu mirada extraviada me provoca. El futuro, sin ninguna escoba que vender aún, se convirtió en pretérito imperfecto y el pasado en nostalgia del presente.
Para Moes

miércoles, 16 de abril de 2008

Estudiar El Trabajo


Si existe algo digno de ser estudiado eso es el trabajo en tanto concepto. Estamos envueltos por él, nos atraviesa y nos configura. Estamos perdidos, tenemos una condena aguardando por nosotros. Desde que nacemos lo único seguro es que tendremos que trabajar y mientras nos preparamos para la hora de nuestro debut, nuestros tutores trabajarán por nosotros para correr con los gastos, es decir, traspasaremos nuestra responsabilidad para con el trabajo hasta que el cordón umbilical se corte de tanto estirarlo. Esto, claro está, dentro del modo de producción actual, donde al trabajo lo podemos llamar, aquí ya sin eufemismos tan burgueses y tan defendidos por personas que no tienen clara cual es su posición dentro de la división social del trabajo, fuerza de trabajo. Puesto que solo debemos entender trabajo como la producción humana que al producir transforma al mismo sujeto que lo produce, esta producción tiene un valor inconmensurable y, por lo tanto, no tiene valor de cambio, no se puede vender ni comprar, en este sentido el sueldo o pago por "trabajar" sería una noción repugnante puesto que la producción de la vida misma del sujeto se está homologando a dinero. Por el contrario, la fuerza de trabajo, para el capital, es mera mercancía de la cual se puede apropiar y hacer con ella lo que le plazca. Pero apropiarse de la producción del trabajo de un hombre es quitarle su ser. Esto le provoca al sujeto que se le arrebata su producción una sensación de enajenación, puesto que la producción de su vida misma le es ajena. En los efectos de la enajenación se crea un dominado y un dominante, por tanto el producto del trabajo enajenado más inmediato es la propiedad privada. Esto porque ese algo ajeno, disociado del productor, queda dispuesto para que alguien se lo apropie, lo convierta en propiedad privada y más tarde esta propiedad privada cree el trabajo enajenado.

Formarse o adiestrarse para formar parte del mercado laboral y luego, una vez recibido (¿?), salir a trabajar y "ganarse la vida" está ontologizado, naturalizado; tanto como el instinto de madre de las mujeres, lo solidario que son los chilenos, el pensar que las carreteras fueron hechas para facilitar las vacaciones o que la democracia fue concebida como el medio que permite la emancipación del hombre. Así como todo lo anterior el concepto de trabajo está preñado por la ideología –dominante- y, como todo, es histórico y, por lo tanto, modificable.

El hombre, no cabe duda, ha debido trabajar desde siempre, desde el momento que tuvo que trabajar para adaptarse y sobrevivir, hasta hoy que tiene que vender su fuerza de trabajo para el mismo fin que al comienzo. Pero el concepto de trabajo no siempre ha estado ligado a la venta de la fuerza de trabajo como pensamos hoy por hoy. Es necesario reivindicar el concepto y cargarlo de pura producción. El hombre debe asumir su realidad como tal, como productor por un lado de trabajo intelectual (ideas) y de trabajo físico (objetos) por otro (inicio de la división del trabajo), ya que todo lo que rodea al hombre es producto del hombre mismo. Por lo tanto la naturaleza es construcción del hombre, el hombre reproduce a la naturaleza y aludir a la naturaleza del hombre es utilizar un recurso que permite justificar el orden actual, decir que el hombre es egoísta por naturaleza es la forma de justificar la propiedad privada, la naturaleza del hombre por si misma no existe, sino que se crea una escena original –jamás presenciada por alguien- de manera retrospectiva para explicarnos que lo presente no puede ser sino que de la forma que es.

Es por esto que es digno y necesario estudiar el concepto de trabajo, porque es lo realmente humano, porque está rebosante en ideología, porque está enajenado y porque nuestro deber es historizar los conceptos que nos rigen para poder comenzar a regir, nosotros, de manera conciente a estos conceptos y a las instituciones que se valen de ellos para justificarse y reproducirse.


Porque no está de moda

martes, 8 de abril de 2008

¿Sueldo mínimo etico o máximo socialmente justo?


Nuevamente la discusión a cerca de la posible existencia de un salario mínimo ético aparece en el horizonte político nacional. Se escuchan voces de todos los sectores buscando destacar con sus propuestas. Los izquierdozos, si es que aún quedan en el circo de nuestra política, alegaran en pro de la clase trabajadora; los concertacionistas harán lo necesario para quedar bien con los empresarios, que en muchos casos son ellos mismos, sus familiares o conocidos; los de derecha directamente se opondrán utilizando los eufemismos de siempre, que “si el sueldo mínimo sube aumentará el desempleo” o “las PyMES desaparecerán ya que la regulación de un sueldo mínimo justo permite al pequeño y mediano empresario (asceta santificado) dar empleo”. Los neoliberales que no se encuentran dentro de nuestro mundillo político, en tanto no están enrolados a un partido definido, simplemente no oirán las palabras del cura de turno pidiendo equidad salarial, pese a que muchos son Opus Dei, y directamente postularan lo que siempre han dicho: no debe existir el sueldo mínimo, se debe dejar al fetichizado mercado que se auto-regule, se debe dejar al mercado libre y que aparezca la “mano invisible” (¿Será Dios?).

Patrañas. Todos los políticos y los empresarios saben muy bien que el mercado por si mismo no puede funcionar, es imposible que se auto-regule y esto se puede comprobar empíricamente en las crisis capitalistas en las cuales los bancos pidieron a gritos la intervención Estatal para poder salvarse de la debacle. En el capitalismo existe, ha existido y seguirá existiendo una relación incestuosa entre el Estado y el mercado, sino pregúntenle a los Milicos, a Lagos, a Somerville o, si buscan una respuesta derechamente sólida, a Federico Augusto. Los empresarios buscan ser felizmente libres mientras van ganando pero apenas comienzan a perder, o comienzan a ganar un poco menos, gritan buscando amamantarse de la madre patria.

Una economía exitosa, siempre para la gran empresa claro, necesita, a lo menos, de dos factores para sobrevivir: un desempleo que no supere el 10% ni baje del 4% y un sueldo mínimo justo, nuevamente para los empresarios, pero no deplorable para los trabajadores. El desempleo es necesario. Mantener un ejército de desocupados al acecho de un puesto de trabajo es una amenaza constante para los trabajadores que cuentan con una fuente estable de empleo y es un castigo ejemplar para los que sufren la cesantía. Por otro lado el sueldo mínimo es necesario para la manutención de la mano de obra. Su nombre no es casualidad e indica que es el dinero mínimo con lo cual un trabajador puede comer, pagar los servicios básicos, movilizarse de ida y vuelta a su trabajo, y sobrevivir diariamente. Y, si el trabajador cuenta con hijos podrá entregarles una educación deplorable a éstos para que sigan siendo mano de obra, “el estudio es lo único que te puedo dejar” ¿Qué hijo de clase trabajadora, o directamente baja, no ha escuchado eso?, sin contar la deuda por concepto de estudio que el futuro profesional deberá cancelar una vez egresado (que es parte integral de la herencia de la educación).

Los que ostentan el poder nunca dejaran de hablar con eufemismos, impidiendo así la posibilidad de develar las bases macabras del sistema dominado por los mismos. Un sueldo mínimo no puede ser ético porque el capitalismo es un modo de producción inhumano en tanto utiliza a los sujetos como instrumentos, cosificándolos, y la ética tiene como objeto la moral, facultad propiamente humana. Si la clase dirigente está de animo reformista debiese plantear la discusión a cerca de un salario máximo socialmente justo con respecto a la totalidad, con la intención de regular las ganancias desmesuradas que son las que amplían la brecha entre ricos y pobres que es, en definitiva, el problema intrínseco de la economía neoliberal. En definitiva, deberían dejar de mentir.

jueves, 3 de abril de 2008

Maldito


La disciplina sociológica crea personas malditas. Adiestrarse en las artes de la sociología crítica desilusiona, decepciona, desencanta; te hereda una duda constante con respecto a todo y un cuestionamiento incesante del discurso institucionalizado, te transformas en una especie de sociópata. Todas las cosas, en tanto hechos sociales institucionalizados, implican una oscilación que va desde lo que se muestra hacia su trasfondo y vuelve a lo primero, convertido en flecha que des-arma lo mostrado, develando lo que se oculta tras la forma discursiva.

Es por esta razón que es fundamental sopesar ciertos conceptos a tomar en cuenta a la hora de explicarse ciertos fenómenos. Tales son: Modo de Producción, Enajenación, Cosificación, Fetichismo, Lucha de Clases, Poder, Instituciones, Síntoma, Trauma, Ideología, Discriminación, Critica… Pero, lo sé, hablar de esto siempre trae problemas, no me cabe duda que no está de moda y es, para muchas personas, una discusión añeja y obsoleta. Es mejor hacerse el imbécil.

Bueno ¿entonces qué? Hablemos de fútbol, vamos a tomar hasta borrarnos, saquémonos una foto y subámosla al facebook, cómprate un IPOD, ¿tu celular no tiene cámara? entonces no sirve, ahí tienes una semana de “fiestas patrias” para celebrar, discrimina al aborigen y sobre todo al peruano clandestino, pero respeta a tu jefe, ojala trátalo de usted y háblale un tema que tu creas que es interesante para él (recuerda que él te da trabajo y el clandestino que viene del norte te lo quita); ¡fin de mes! ¿te pagaron?¿pagaste las deudas?, trata de pagarlas al día mira que Mr. Falabella sin tu paga no pasa el mes. Produce y consume, no te enfrasques en discusiones innecesarias con términos obsoletos como “lucha de clases”, “ideología dominante”, “Burguesía y Proletariado”. Todo eso ya pasó, arribamos a la “era de la información”, estamos en la globalización donde las oportunidades son iguales para todos, donde todos estamos conectados.

Pero, no hay que olvidar que, ser un esnobista social es lo sintomático del discurso ideológico que deja relucir lo desinformada que está esta actual “sociedad del conocimiento” e, irónicamente, lo analfabeta de esta “era de la información”. Los encargados de la transición social, capitalistas y burócratas, gracias a una fulera democracia representativa se han encargado de ocultar todo rastro de la lucha de clases, antes reprimida con las armas, como en la mayoría de América Latina; seduciendo e integrando a los sujetos al consumo, creándoles intereses y necesidades y, sobre todo, vigilando e infundiendo miedo. Pero esto que importa si total ahora somos libres, ya no nos amenaza el demonio rojo ni vivimos bajo una dictadura sangrienta y, por si alguien no se había enterado, la transición a la democracia ya terminó: Somos Libres!

Un pequeño detalle que casi me olvidaba. Nuestro concepto de libertad tiene que ver con la concepción burguesa de ésta. La libertad que actualmente predomina, en la globalización neoliberal, es nada menos que la libertad de poder vender o no la fuerza de trabajo –proletariado- a quienes poseen los medios de producción –burguesía-, para así, posteriormente, consumir, siempre tan libremente, lo producido. Sería permisible, entonces, referirnos a este tipo de “libertad” con otra palabra que le viene mejor: chantaje. Va, pero se me olvidaba, estos términos están ya obsoletos, hablar y leer esto es de malditos, amargados e infelices desfasados y resentidos… ¿Cuándo juega el Colo?